sábado, 7 de abril de 2012

LA CAVERNA - JOSÉ SARAMAGO

Qué  extraña escena describes y qué extraños prisioneros , son iguales  a nosotros . PLATÓN

Cipriano  Algor , Marta , Marcial gacho , encontrado , el perro ...

Interesante mirada  del escritor , al mostrar en su obra , la extinción  de algunas profesiones , todo gracias a la modernidad  que invade nuestra aldea global.

quqe hacer cuando descubrimos que nuesta profesión ha desaparecido.

La caverna de José Saramago:

Una pequeña alfarería, un centro comercial gigantesco. Un mundo en rápido proceso de extinción, otro que crece y se multiplica como un juego de espejos donde no parece haber límites para la ilusión engañosa. Todos los días se extinguen especies animales y vegetales, todos los días hay profesiones que se tornan inútiles, idiomas que dejan de tener personas que los hablen, tradiciones que pierden sentido, sentimientos que se convierten en sus contrarios. Una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo. Como una serpiente que muda de piel para poder crecer en otra que más adelante también se volverá pequeña, el centro comercial dice a la alfarería: «Muere, ya no necesito de ti». La caverna, una novela para cruzar el milenio. Con las dos novelas anteriores ¿Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres¿este nuevo libro forma un tríptico en que el autor deja escrita su visión del mundo actual. José Saramago (Azinhaga, 1922) es uno de los novelistas portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero. Desde 1993 vive en Lanzarote. En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura.

INTRODUCCIÓN
La descripción de la sociedad que poco a poco se va construyendo y de su futuro mediato o inmediato no se deja esperar. Desde el cine, la música, la literatura, ensayos, artículos, la prensa, autores como Manuel Castells en su obra La Era de la Información, Telépolis del español Javier Echeverría, La Red, Las cibersociedades y otros textos, intentan dar cuenta de lo que está pasando y hacia donde nos dirigimos.
La Caverna de José Saramago es una aproximación desde la literatura para invitar a pensar en lo que plantea dilemas tan profundos para todos los seres humanos, cuando desde las lógicas del mercado, del consumo y del pragmatismo, se generan nuevas formas de relaciones, de del mundo, de las personas, de los animales, de las cosas, que sin darnos cuenta, plantean al hombre la "naturalización" de un estado esclavo de vida, en la que como en la obra de Platón, algunos logran salir de la caverna y se dan cuenta, caen en la cuenta a tiempo, que es posible otro modo de vida, desde otra lógica distinta a la que se impone y aparece tan evidente.
LAS RUPTURAS.
La constatación que se ha pasado de una sociedad agraria-artesanal con unos ritmos, ritos y relaciones específicamente identificables a sociedades más industrializadas, altamente tecnificadas, de velocidades impresionantes, ritmos de vida rápidos y sensaciones de extrañamiento y desarraigo en las grandes ciudades, es lo que se percibe en la historia de los protagonistas.
Esta ruptura, ubica, o mejor, identifica dos espacios extremos en los que se debate la vida de los . En un extremo, el campo, la vida agraria, rupestre, lugar donde viven Cipriano, Marta, Marcial, Isaura, Encontrado (el perro) y toda la cosmovisión que a partir de la alteridad con este espacio se genera. En el otro extremo, el Centro, lugar sospechoso, de las relaciones comerciales, del consumo, de las jerarquizaciones y las lógicas simples pero demoledoras ante cualquier asomo de lo humano y, mediando entre y otro, las chabolas, crecimiento es cada vez más vertiginoso y terminará por superar y aniquilar lo poco que le queda a la vida cada vez más agónica del campo, de lo natural.
Hay otros lugares medios entre ambos extremos, lo que se conoce como el cinturón verde (invernaderos), esos lugares donde se cultivan las verduras y hortalizas que en forma aséptica y tecnificada van a parar a las grandes tiendas y supermercados del gran centro . Y, el cinturón industrial, lugar de la producción y de la contaminación donde probablemente se elabora el plástico, digno sustituto del barro, y por el que a causa de su aparición le ha traído como consecuencia a esta familia de alfareros, la desaparición forzosa en un nuevo esquema en donde "quien no se ajusta no sirve".
Esta percepción de fragmentación y ruptura queda planteada en diversos hechos y constataciones en el hilo de toda la obra. Desde el comienzo, Saramago, cuando está definiendo los personajes, relata que Marcial, el esposo de Marta, trabaja como guarda en el centro y refiriéndose a Marta para hacerla aparecer en escena, dice: " sólo disfruta de la presencia del marido en la casa y en la cama seis noches y tres días en cada mes".
El centro divide paulatinamente la vida afectiva, las responsabilidades de quienes allí laboran, hace que cada vez más, éstos dediquen mucho tiempo y trabajo a la estructura y solo quede un mínimo de espacio para la intimidad, la expresión de los afectos y los gestos de ternura que el autor se esmera en poner en sus protagonistas (el abrazo de Marcial a su suegro Cipriano, los besos y diálogos afectuosos de Cipriano con su hija Marta, la relación entre Marcial y Marta, el amor que surge entre Cipriano e Isaura, la consideración sobre la suerte del Encontrado, etc.), son todos, gestos, que entran en profunda contradicción y es evidente su carencia en las escenas y relaciones que se plantean cuando se tiene como telón de fondo el Centro.
Otros elementos muestran que definitivamente un estilo de vida y de relaciones se acaba para dar paso a un nuevo sistema y modo de relación. Ya no quedan muchos alfareros, Cipriano y su hija Marta son los últimos herederos de esta tradición, así parecen ellos constatarlo "nadie quiere alfarero", todos, o casi todos, anhelan vivir en el Centro, el trabajo de alfarero se torna inútil puesto que cesa la demanda de su producto, que ya no es consumible.
Así las cosas, la existencia de Cipriano deja de tener justificación suficiente, al menos, esta es la sensación que experimenta cuando se le van agotando los intentos fallidos que realiza por mantener un nexo con el Centro. Esta es la percepción generalizada en muchos oficios y artes que dejando de ser "productivas" y rentables para un sistema, van a parar simplemente como oficios de museo que evocan nostálgicamente otras épocas y lugares.
Una ruptura con lo real, frente a una vida figurada que alcanza su graficación en las exigencias del centro para con sus residentes, la prohibición de tener animales en los apartamentos y a lo máximo, acuarios virtuales "sin peces que tengan olor a pez, ni agua que sea necesario cambiar", así como las experiencias que realiza Cipriano Algor, cuando como un niño se lanza a descubrir el Centro y "disfruta" de forma artificial de las cuatro estaciones y de los paisajes y recorridos más exóticos del Amazonas.
UN NUEVO PARADIGMA: EL CENTRO
Es apenas lógico que si se plantean rupturas entre una y otra cosa, lo que deviene luego, es la instauración de un nuevo modelo o paradigma en este nuevo estado de cosas. Una caracterización deducida a partir de la lectura del texto es lo que se intenta mostrar acá.
  • Definición.
El centro para decirlo con el autor, es "una ciudad dentro de otra ciudad". Las dimensiones de su estructura, su configuración espacial, el gobierno, manejo del poder, vigilancia y estrategias que allí se establecen, dan cuenta de una organización compleja y dinámica que aparece como un constructo mental y material que define relaciones y reglas en las mismas.
  • Organización.
"Modelo de estricta compartimentación de las diversas actividades y funciones". La subdivisión, que trae necesariamente la jerarquización de personas y competencias; lo que origina una forma de verticalidad en el manejo del poder y de las relaciones.
Los datos claros, la información precisa y pertinente, el uso racionalizado del tiempo y del espacio, mantener a raya cualquier insinuación de confianza que se extralimite, la dificultad para acceder o darse cuenta de los planes sobre el centro o las vidas de los que allí habitan son una buena metáfora del tipo de sociedad y gobiernos que planifican nuestro futuro.
Un poco más acerca de su configuración. El Centro se expande de forma vertical por la descripción que se hace, edificaciones altas y hasta excavaciones profundas, que dicho sea de paso, son datos que fundan la trama de la parte final de la obra, plantean la imaginación gráfica de la estructura.
"Por muy grande que sea el centro, el espacio no es infinito, tiene que ser racionalizado", verificación del manejo de espacio que plantea la vida moderna a propósito del apartamento que le han asignado a Marcial cuando asciende a guarda residente y lo compara con el espacio amplio y generoso de la casa que habitaban en el campo (sociedad agraria) y que ahora, han abandonado.
A pesar de la racionalización del espacio, las obras no se acaban y el centro crece todos los días. Esta es el mensaje que envían los planificadores de estas ciudades creando la sensación de que el progreso es imparable y que la ciudad está inacabada y en un permanente hacerse.
  • Gobierno y legislación.
El Centro tiene su manera propia de legislar y de ejercer control. Dicho de manera coloquial, tiene siempre "la sartén por el mango", ejerce control y poder.
Ya se había enunciado una jerarquización del poder constituida por jefes y subjefes de área. Por encima de estos jefes, están, como los llama en la obra uno de estos jefes, jueces y, pasa inmediatamente a calificar al Centro como tribunal implacable.
El Centro legisla para sí. Por ejemplo, en los contratos que establece con sus proveedores siempre gana. Así, cuando ya no le fue beneficioso recibir los productos de alfarería, se los devolvió a sus proveedores, obviamente sin el pago, y les negó la posibilidad de que tuvieran otros clientes. Es una legislación amañada, frente a la cual no se puede reaccionar porque funciona mediante las leyes de la oferta y la demanda, las leyes del mercado, que según sus creadores, así mismo se autorregula y ¡que bien que lo hace!, a unos los hace más ricos y a otros los hace sucumbir.
  • Ethos
Y como en todas las sociedades o grupos humanos, el Centro también posee una forma de comportamiento propia que puede reducirse a dos aspectos:
Funciona con una lógica simple.
Sobre ella fundamenta todas sus relaciones, que en su naturaleza no son muy diversas, en esencia todas son relaciones comerciales. O el producto interesa o el producto no interesa. Así las cosas, producto que no tiene demanda, la relación comercial con el proveedor se termina. Aquí no valen más argumentos que los que anteriormente se mencionan. Detenerse en otras consideraciones no viene al caso.
Pragmatismo.
Las cosas son importantes en tanto posean valor de uso y valor de cambio. Lo que deja de tener uso se tira (y no es simplemente el producto de la alfarería sino, de las personas y economías familiares que viven de la elaboración de dichos productos).
Axiologia.
¿Qué valora el Centro?. Valora lo que resulta práctico. En el diálogo que sostiene Cipriano Algor con unos de los jefes de compra para las estatuillas, cuando comprueba que efectivamente el producto que ofrece va a entrar en consideración y estudio, se le ocurre en su imaginario ver una señal de bondad en este funcionario, cuestión a la que éste responde: "yo no soy bueno, soy práctico".
Finalmente, sobre este aspecto, el mejor agradecimiento para el centro, es la satisfacción del cliente.
HACIA UNA SACRALIZACIÓN DEL CENTRO.
Existe un nexo muy profundo entre religión y poder. Desde que el Hombre es hombre esta práctica o asociación ha calado en la historia, ya desde antiguo, la atribución de poderes especiales a cosas, animales y personas es cuestión de constatación permanente.
Y, precisamente, esta atribución de poderes se hace a través de un sustento teórico por la vía de la persuasión, desde argumentos como que el poder o la autoridad vienen de Dios y este la delega en algunos hombres o clanes para justificar el poder de una dinastía sobre un conglomerado por siglos y siglos, hasta las prácticas modernas a las que asistimos por estos días, a propósito de los hechos ocurridos el 11 de septiembre pasado, cuando desde ambos lados (terroristas – USA), se acude a un discurso de corte religioso y hasta teológico – apocalíptico para justificar todo tipo de desmanes y atropellos.
Recogiendo un dato que me parece pertinente en este aspecto, la atribución de poderes o la sacralización de instituciones siempre ha generado en la historia procesos de explotación y exclusión, caso concreto en la religión Judía, de lo que acontecía con el templo de Salomón, que poco a poco fue degenerando en un fortín económico y fuente de poder para una casta sacerdotal que se lucraba de la explotación y del sentido profundamente religioso del pueblo.
Igual ocurre con otras instituciones, lugares de poder, símbolos del poder, El Pentágono, el destruido World Trade Center, La Nasa, etc., y ahora, El Centro, en la obra de Saramago.
En uno de los tantos diálogos que Cipriano Algor sostiene con uno de los jefes de área, este último lanza la siguiente expresión: "el Centro escribe derecho en renglones torcidos", a lo que el alfarero replica que esta frase, bien conocida por cierto, que quien escribe derecho en renglones torcidos es Dios. El jefe le responde que en estos tiempos viene a ser prácticamente lo mismo y todavía, va más lejos en sus consideraciones al afirmar: "el centro participa de la naturaleza de lo divino y distribuye bienes espirituales. Gracias a nuestra actividad espiritual, la vida adquiere un nuevo sentido para millones y millones de personas que andaban por ahí, infelices y frustradas. Esto no es obra de materia vil, sino de espíritu sublime".
Como se dijo más arriba, todo un matiz teológico aparece en este discurso y, aun más, el Centro aparece como dador de sentido y de felicidad, funciones que por su naturaleza y desde el principio, siempre les han sido atribuidas a la religión, la filosofía y el arte.
Luego de que se consolide la sacralización y se imponga como imaginario puede ocurrir cualquier cosa, cualquier justificación. Se mata en nombre de una religión o de un dios, los sacrificios de vidas no se hacen esperar, ese dios o eso sagrado es insaciable y por ello, es necesario mantener víctimas suficientes para calmar la sed insaciable de ese dios, al que solo se satisface con sacrificios.
En este caso, los sacrificios se localizan en quienes ya no le son útiles al Centro, por ejemplo los proveedores y sus pequeñas industrias, a los que por acabarse la demanda de sus productos, desaparecen del sistema productivo y consumista del Centro y son condenados al ostracismo.
En este mismo orden de ideas, el Centro tiene la capacidad de influir sobre la gente, sobre sus maneras de sentir, percibir, pensar y obrar. Determina el gusto de la gente, el poder de decidir está en sus manos, tiene la pretensión y la capacidad de homogeneizar física y psíquicamente a sus empleados, así se proclame que las personas no se repiten, que las personas no salen de moldes, como afirma Cipriano Algor, la verdad es otra.
Una clara localización del lugar donde afloran los sentimientos de los protagonistas, ciertamente no pasa por el Centro, sino en otros espacios, la casa de campo, o de camino a su pueblo o en las relaciones con personas de la misma villa y otra cosa muy distinta es el tipo de relaciones y diálogos que se establecen con los que habitan el Centro; es una constante la negación de sentimientos y afectos que si pueden surgir en un mundo más humano y menos mediatizado, virtual o figurado.


LA CAVERNA, TODO UN ESTILO DE VIDA
"Qué extraña escena describes y qué extraños
prisioneros, son iguales a nosotros".
PLATÓN, República, Libro VII
Hay un momento de la obra en que la familia de alfareros lleva alrededor de tres semanas como residentes en el centro. En este lapso, Cipriano Algor, se ha dedicado a conocer e indagar por todos los sitios y recovecos del Centro, ha disfrutado de todas aquellas atracciones y artificios de los que se vale el Centro para captar la atención y el manejo de todos aquellos incautos que caen en sus redes; de súbito, el alfarero se pregunta: "¿cómo es posible que me haya dejado encerrar durante tres semanas sin ver el sol y las estrellas?".
Esta pregunta es clave para el desarrollo posterior de toda la trama de la obra, a ella seguirá toda la urdidera en torno al descubrimiento de la gruta que se haya algunos metros bajo tierra y los acontecimientos y reflexiones que luego devienen.
Este interrogante obliga a pensar en el ritmo de vida que proyecta esta nueva sociedad massmediatizada. Telépolis desarrolla de un modo bien interesante todas las posibilidades que a través de un ordenador, de la interconexión por nodos y la televisión pueden desarrollar los telepolitas sin salir de sus casas, desde el trabajo, pasando por las compras, hasta la recreación y la lúdica.
Un confinamiento libre e interno, personal y sin acudir al uso de la fuerza o la amenaza, ahí está el logro de este nuevo tipo de sociedad, de vida que poco a poco se está generando. Lo que para el ser humano ha sido un ideal perseguido, anhelado y luchado durante todas las épocas, el de la libertad, aparece ahora invisibilizado y confinado por voluntad propia, o para ser más precisos, por la maquinación de cierto tipo de poder, hilo invisible, que de forma sutil y bajo el aura del confort y las seguridades materiales conmina a los sujetos al ostracismo, cual piezas de museo, dignas de representarse a sí mismas en un espectáculo único en el mundo. "Compre ya su entrada".
Estas son las consecuencias que se ciernen sobre la vida humana en una sociedad basada en el neoliberalismo, la economía de mercado y la influencia de los medios.
Atados de pies y manos, inmóviles como cadáveres con las cenizas de lo que antes fue una hoguera, Saramago presenta la petrificación humana.
Menos mal se vislumbra un cierto dejo de esperanza en la pispicia de Cipriano Algor, quien cae en la cuenta del desastre y huye con otros más, como en la obra de Platón, uno de los prisioneros logra liberarse, asciende hasta la superficie, descubre que es posible otro mundo y regresa para liberar a los otros.
* Pispicia: dícese de la expresión castiza para expresar una visión crítica o malicia indígena que también por estos lados solemos decir.

tomado de Monografias  -  Juan Carlos Osorio A

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